La mayoría de personas cree que la muerte, o bien les permitirá preservar totalmente aquello que creen ser en el cielo o el infierno, o bien les dejará conservar lo más marcado de su esencia al pasar a una siguiente vida. Pero los clarividentes de Clairvision School creen algo diferente: lo que creemos ser, se disgregará y disolverá; y, de ello, muy poco quedará…
La teoría que se expondrá fue planteada por el Dr. Samuel Sagan (París, 1957) y pertenece al pensamiento de la Clairvision School. Sagan comenzó sus estudios en el campo de la Medicina convencional pero luego empezó a interesarse en la Medicina Alternativa y en la profundización de sus conocimientos sobre asuntos vinculados a la espiritualidad humana. Paralelamente, desde su adolescencia ha practicado la meditación y actualmente es el fundador de la Clairvision School.
Pasando ahora a la teoría, ésta básicamente plantea que no existe unidad en el cuerpo astral, en el sentido de que está integrado por varios “personajes”. Ocurre así que, en el momento de la muerte, solo una parte del cuerpo astral sobrevive y, a través de su incorporación al Ego o Ser Superior, se transfiere a la siguiente reencarnación. La parte que no sobrevive está integrada por los personajes-aspectos que, por su naturaleza propia o por no haber sido debidamente fortalecidos, no se integraron al Ser Superior o Ego. En cambio, la parte que sobrevive está integrada por los personajes-aspectos que, por ser idóneos para la constitución de la personalidad trascendente del sujeto, expresaron fines convergentes con el del Ser Superior o Ego y, en consecuencia, se integraron a aquel. Finalmente, el otro aspecto de la teoría explica que, prácticamente siempre (lo que no equivale a siempre), los fantasmas que vemos no son sino personajes-aspectos (llamados “fragmentos”) de cuerpos astrales de gente fallecida.
Hasta allí la teoría parecería clara y, sin embargo, la naturaleza de los conceptos que implica es tal que, si realmente queremos entender cómo se manifiesta en la realidad, habría que entrar en detalles, y eso es lo que se hará a continuación; mas, y es de suma importancia para comprender la teoría, el lector deberá leer todas las notas al pie de página.
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Los personajes del cuerpo astral
Para la Clairvision School, la conciencia mental , en virtud de su proyección sobre el cuerpo físico (operada en el cerebro), induce en el sujeto un “falso sentido de unión”. Este falso sentido de unión se manifiesta en el hecho de que el sujeto cree que es una y solo una persona, de que su esencia está unificada, por decirlo de algún modo. Pero la Clairvision School plantea que no es así, que la percepción de la propia esencia-identidad es generalmente la percepción del cuerpo astral (aunque uno no sepa que existe el cuerpo astral), y que esa percepción está distorsionada en tanto que el cuerpo astral no está conformado por una sola persona-identidad sino por varias. Ahora: ¿cómo es eso posible?
La explicación parte del hecho de que el cuerpo astral es, entre otras cosas, el cuerpo de los deseos (desde los más materialistas hasta los más espirituales). El problema es que, en el cuerpo astral, los elementos que lo integran no son estáticos sino dinámicos; son fuerzas activas y, en consecuencia, pueden establecer conflictos entre sí. Pongamos un caso hipotético para entenderlo bien: El Sr. A, por creer en el perdón y buscar la libertad interior y la paz, desea olvidar lo que B le hizo y hasta orar por B; pero, por otro lado, A tiene un orgullo muy fuerte y ese orgullo le lleva al enojo, y el enojo le impulsa a querer castigar la falta de B a través de la venganza. ¿Qué ocurre pues con el Sr. A? Está en un dilema, ocasionado por un conflicto de deseos, porque una parte de él quiere perdonar, y la otra quiere vengarse. Aquí la expresión clave es “una parte de él”, ya que ésta nos permite entender qué está ocurriendo en el cuerpo astral del Sr. A. Puntualizando, en el cuerpo astral del Sr. A existen dos personajes en conflicto, a los cuales podríamos llamar “el misericordioso” y “el vengativo”: el primero en consonancia con la naturaleza del Ego o Ser Superior , el segundo en disonancia. Este caso hipotético nos muestra en qué manera cada individuo tiene a varios personajes en su cuerpo astral, puesto que los deseos convergentes se aglomeran en entidades energéticas dinámicas (los personajes o personas del cuerpo astral); pero, a causa de que no todos los deseos son convergentes y de que el individuo está lleno de una gran diversidad de deseos, existen en su cuerpo astral varios personajes.
Antes de seguir hay que aclarar lo siguiente: la Clairvision School emplea la palabra “persona” y “personaje” indistintamente; pero, sin embargo, dice que en realidad el sujeto cree ser una “persona” cuando en verdad es varias “personas”. Como se ve, la elección de la palabra “persona” puede crear confusión en una afirmación de tanto peso, por lo que sería mejor hablar de “personaje” y, en lugar de decir que el sujeto “es varios personajes”, decir que “en el cuerpo astral del sujeto existen varios personajes”. Esto es de gran importancia ya que, en realidad, el ser del sujeto es uno solo y está más allá de las características que tiene o, en otras palabras, más allá de su esencia. Así, nuestra esencia cambia a lo largo del tiempo, pero es uno y solo uno el ser cuya esencia experimenta esos cambios; ya que, en última instancia, lo correcto es decir que “el ser tiene esencia”, y no que “el ser es la esencia”. Es por eso que, en el fondo, la Clairvision School plantea que cada cual se ve influenciado por los distintos personajes de su cuerpo astral, pero manifiesta solo aquel o aquellos personajes que, o bien ha elegido expresar (la mayoría de veces es así), o bien ha sido obligado a expresar (como sucede en las adicciones, incluyendo los asesinos seriales que no pueden controlar sus impulsos homicidas).
Aclarado lo anterior, a nivel estructural tenemos que el cuerpo astral se asemeja a un mosaico en donde cada parte se corresponde a un personaje astral o “subpersonalidad astral” y, dentro de ese mosaico, la comunicación entre sus diversas partes es escasa. Esto se entiende mejor con el siguiente ejemplo: Si usted decide aprender inglés y administración de empresas para reforzar a esa parte mundana que busca el éxito material, la información que memoriza se imprimirá en su cuerpo astral, en la zona vinculada a esa subpersonalidad; mientras que, si se mete a un curso de Filosofía y piensa largamente sobre problemas como el sentido de la vida o la naturaleza del bien y el mal, esas experiencias se imprimirán en aquella parte de su cuerpo astral vinculada a la subpersonalidad filosófica.
Ya en la práctica, no resulta poco común que las personas, a través de sus sentimientos, emociones, pensamientos y acciones, refuercen mucho más una subpersonalidad astral que las demás. Naturalmente esto no es negativo, a menos que conduzca a un desequilibrio demasiado grande, o que la subpersonalidad astral favorecida sea perversa por naturaleza. Ejemplo del primer caso lo veríamos en el místico ermitaño que, para nutrir su subpersonalidad ascética y contemplativa, deja de lado toda forma de relación interpersonal, nutriendo insuficientemente a esa subpersonalidad que busca dar y recibir afecto. En tal caso, la subpersonalidad ascética y contemplativa no sería una subpersonalidad negativa, pero se habría convertido en “el pedazo dictador” del cuerpo astral, dejando de lado a otros pedazos positivos que también deberían ser tomados en cuenta. Yendo al segundo caso, un buen ejemplo sería el del drogadicto que trabaja para la droga, que encuentra su mayor y casi única motivación de vivir en el consumo de droga, sin importarle si eso, al hacerle añicos el cerebro, le menoscaba a la subpersonalidad intelectual.
Por último cabe preguntarse: si el sentimiento de identidad unificada es generalmente una ilusión producida por la ignorancia de la fragmentariedad del cuerpo astral: ¿cuál es el verdadero y no ilusorio sentimiento de identidad unificada? La respuesta es: aquel que empieza a surgir cuando, tras un contacto —a través de la meditación, por ejemplo— con nuestro Ser Superior (Ego) y una posterior concientización sobre su naturaleza, empezamos a focalizarnos en los propósitos de ese Ser Superior (Ego) y, en consecuencia y en la medida en que lo hacemos adecuadamente, su energía comienza a integrar ciertas subpersonalidades de nuestro cuerpo astral y a hacer que la totalidad de nuestras subpersonalidades astrales funcionen de forma convergente y armónica.
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La muerte y la gran fragmentación
Según la Clairvision School y otras escuelas de pensamiento esotérico, en el momento de la muerte se separan el complejo superior (cuerpo astral y Ego) y el complejo inferior (cuerpo físico y cuerpo etérico). Entonces el complejo inferior empieza a degradarse, puesto que el cuerpo físico se pudre y el etérico se termina disolviendo, aunque con mucha más lentitud y, en algunos casos, estando ligado al fenómeno de los fantasmas.
El momento crucial llega cuando el cerebro físico ha dejado de ser un vehículo de la conciencia , ya que entonces el sujeto (hablamos de las personas comunes, quien recuerde esta teoría, no se sorprenderá…) se percata de que su sentimiento de identidad descansaba sobre una ilusión en tanto que, dentro de él (en su cuerpo astral), habían múltiples personajes o identidades. Ve así fragmentarse a su cuerpo astral, contemplando con angustia cómo se separan todas las subpersonalidades y permanecen unidas solo aquellas que sirvieron (sin perder su esencia) a los propósitos del Ser Superior o Ego, siendo éstas las que conformarán el llamado “núcleo del personaje”. Pero no son esos los dos únicos destinos de los fragmentos-personajes del cuerpo astral durante la muerte, pues hay una tercera parte que simplemente se hace polvo astral y se disemina en el espacio. Mas… ¿Por qué algunos fragmentos se hacen polvo, mientras que otros permanecen casi intactos bajo la forma de subpersonalidades astrales sueltas? La respuesta es que todo depende del grado de cristalización y construcción del fragmento. De ese modo, si W (una persona) se obsesionó con las Matemáticas por apenas seis meses de su vida, ese fragmento se hará polvo; porque, mientras por más tiempo y con mayor intensidad se exprese un fragmento en la vida del individuo, más cristalizará ese fragmento. Distinto entonces sería si W hubiese dedicado diez años de su vida a las Matemáticas, o treinta años a la Poesía.
Ahora… ¿qué pasa con los aspectos que reprimimos de nosotros?, ¿cristalizaron menos porque los reprimimos? No necesariamente, ya que, cuando se dijo que un fragmento cristaliza más mientras más se exprese en la vida del individuo, se usaba la palabra “vida” para referirse tanto a la vida interna como a la externa. Veamos el siguiente caso hipotético de dos monjas: M y Q. M empleó la meditación y algunas tácticas psicológicas para disminuir su deseo sexual, para volver menos fuerte esa parte de su ser. Así, en lugar de limitarse a reprimir sus deseos carnales, procuró que otro tipo de deseos opacaran a aquellos. Diferente fue el caso de Q, ya que ella siempre tuvo intensos deseos carnales pero, en lugar de intentar que otros deseos crecieran al punto de desplazar a aquellos, simplemente los reprimió, llegando al punto de desarrollar trastornos psicológicos. ¿Qué pasará con el fragmento astral correspondiente a esos deseos de Q? Pasará que, en lugar de disolverse en polvo, se manifestarán como una subpersonalidad astral que se desprenderá y seguirá una vida independiente hasta que su energía se agote y desaparezca. Esto será así porque cristalizó, y cristalizó porque, en todas aquellas ocasiones en que Q tuvo que esforzarse por reprimirlo, estuvo lógicamente muy presente en la vida interna de Q. Por último y naturalmente, esto se aplica a cualquier otra tendencia: de modo que, si al momento de morir alguien alberga una gran cantidad de odio y en vida se ha limitado a reprimir su exteriorización (su expresión en acciones en la realidad externa), seguramente se encontrará con una subpersonalidad astral bastante atemorizante, lo cual no le hubiese sucedido si, en vez de simplemente reprimir el odio, hubiese recurrido al amor para borrarlo… Es por todo esto que, en el marco de esta teoría, podemos decir (figurativamente) que nadie escapa de mirarse al espejo una vez que ha muerto.
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Fragmentos astrales y parasitismo energético
Los fragmentos o subpersonalidades astrales son entidades activas y dinámicas, aunque carecen de libertad y voluntad pues son meros mecanismos de energía. Para entender mejor esto, sirvan las palabras precisas de Samuel Sagan: ‹‹El fragmento no tiene ninguna intención consciente de hacer daño. Sólo es una pieza estereotipada de materia astral que busca repetir infinitamente eso a lo que ha sido condicionada.››. Inclusive, el fragmento ni siquiera tiene conocimiento del sujeto que ha muerto o de los demás fragmentos. Existe no obstante un gran problema y es que, una vez muerta la persona, el fragmento astral no cuenta con el cuerpo de ésta, pues era a través de ese cuerpo que el fragmento se satisfacía, sin importar si era un fragmento pianista o un fragmento drogadicto… ¿Qué hará entonces ese fragmento, esa subpersonalidad astral programada para buscar su subsistencia a través de la satisfacción de los impulsos-deseos que representó en la persona ya muerta cuando aquella vivía? Ya sabemos que el fragmento es un mecanismo y que en consecuencia no piensa ni decide, lo cual nos llevaría a un problema complicado si no fuera porque cada pensamiento, sentimiento y acción, tiene una determinada frecuencia astral, una cierta vibración astral. Y es que, en el mundo astral, lo similar atrae lo similar, de modo que, como clavo atraído por un gran imán, el fragmento se verá automáticamente atraído hacia aquellos lugares y personas que pueden satisfacerlo.
Imaginemos así tres fragmentos o subpersonalidades astrales: un fragmento-alcohólico, un fragmento-lujurioso y un fragmento-fisiculturista (este último fragmento no es malo, a menos que nos haga consumir esteroides…). El primero, probablemente terminará captando las energías de algún bar e irá en busca de borrachos; el segundo, las energías de un prostíbulo, un club nocturno o algo así; y, el tercero, lógicamente irá a un gimnasio… Sí, todo esto de los fragmentos parece bastante cómico, pero no olvidemos que es solo una forma de hablar.
Llegados a este punto, vemos que los fragmentos tienen dos formas de satisfacerse una vez que están junto a sus potenciales fuentes suplidoras de energía. La primera forma es absorber las energías astrales que las personas emiten cuando realizan aquellas actividades propias del fragmento; en cambio, la segunda forma es adhiriéndose al cuerpo astral de la persona, como si de una sanguijuela se tratase. Afortunadamente casi nunca ocurre lo segundo, y cuando ocurre, el fragmento no se desprende a menos que lo desprendan, por lo que se dice que la persona “ha atrapado un ente”
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Los fantasmas: un caso especial
Durante la vida, las distintas partes del cuerpo astral están conectadas a las distintas zonas del cuerpo etérico. No todos los fragmentos astrales tienen energía etérica, pero algunos sí. Cuando esto sucede, el fragmento se vuelve más dinámico y, en la medida en que sea más complejo y tenga más energía etérica incorporada, parecerá más un ser viviente.
Volviendo a la relación astral-etérico, tenemos que, al ser liberados durante el proceso de muerte, los fragmentos astrales suelen retener cierta cantidad de energía etérica de la parte del cuerpo etérico que les correspondía en vida. Así, una subpersonalidad pianista podría conservar energía etérica de las manos, lo cual no quiere decir que vaya a aparecer como una mano fantasma, aunque esto no es del todo imposible pero sí constituye una posibilidad remota… Sea cual sea el caso, el fragmento astral actuará como médula en torno a la energía etérica que tome, y esta energía le dará más consistencia y estructura, y hasta le permitirá ser visto (lo etérico se expresa electromagnéticamente y, por ende, en el mundo físico) en ciertas circunstancias o por ciertas personas; pero, como contraparte, le exigirá energía etérica para mantenerse…
Es aquí donde surgen entes peores que los puramente astrales, ya que la energía etérica da al fragmento una mayor capacidad de adhesión, no solo con respecto a personas sino a plantas, objetos y animales, puesto que toda cosa y ser tiene aura (campo electromagnético, observable en la fotografía Kirlian) o, lo que es lo mismo, cuerpo etérico .
Aunque, y mucho más llamativo que el caso de los entes, es el de los fantasmas, los cuales son la expresión de fragmentos extremadamente cristalizados y usualmente complejos; ya que, si bien no todos los fantasmas tienen energía etérica, algunos sí la tienen y, en la medida que un fantasma tiene energía etérica, posee potencial para realizar acciones en el mundo físico y, simultáneamente, presenta una mayor probabilidad de ser percibido .
Según la Clairvision School, el fantasma no está ligado a una persona sino a un lugar, generalmente una casa. La explicación sería que, en ciertos casos, las personas pasan demasiado tiempo de sus vidas en un solo lugar, llegando a desarrollar un vínculo con aquel lugar. Esto parecería real si tenemos en cuenta lo comunes que son las historias sobre castillos, mansiones y grandes casas embrujadas; ya que, en general, quienes viven en ese tipo de sitios tienden más a desarrollar conexiones con los mismos que quienes viven en casas normales, además de que también tienden a pasar más tiempo en ellos (en los lugares que habitan). Obviamente, lo que se repite y cristaliza es la subpersonalidad de “habitante de X lugar”, pero esa cristalización se intensifica fuertemente si el sujeto tiene un vínculo especial con el lugar.
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Conclusiones y observaciones
La teoría de los fragmentos (subpersonalidades) parece muy creíble a la luz de la conflictiva dialéctica interna que se establece en la dinámica psicológica de los individuos, así como también a la luz de las extrañas cosas que se suelen ver en el mundo astral, tales como haces de luz, nubes brillantes, cúmulos informes de energía oscura, etc. También resulta una excelente teoría por explicar de manera lógica la constitución progresiva de la personalidad trascendente-divina a lo largo de las encarnaciones, la cual, como ha de haberse percatado el lector, se iría constituyendo de aquellos segmentos de cuerpo astral que, de vida en vida, el Ego o Ser Superior va tomando y conservando. Hay además otras razones para considerarla una gran teoría, excepto en lo que respecta a la explicación de los fantasmas. Y es que, si recordamos todas las historias y testimonios que circulan en el entorno, en los libros y en la web, vemos que la teoría de Clairvision School cubre la mayoría de casos pero deja fuera otros. Así, y para que se vea el poder de unas simples preguntas para poner en tela de juicio la capacidad de la teoría de cubrir todos los casos de fantasmas: ¿qué pasa con los testimonios sobre fantasmas que hablan y razonan?, ¿qué pasa con los testimonios sobre fantasmas que siguen penando porque dejaron algo pendiente, algo cuyo cumplimiento es usualmente importante para que sus almas (Ego o Yo Superior) continúen el camino en el más allá? Hay gente mentirosa, sí, pero los testimonios son tantos que el sentido común nos inclina a pensar que no todos deben ser falsos… Así pues, juzgue el lector la teoría aquí expuesta.
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